Los públicos internos como los externos son muy importantes en una organización, ya que el primero se encarga de velar de producir o brindar un producto o servicio de calidad, mientras que el segundo es la que mantiene a la empresa en el mercado ayudándola a mejorar mediante sus quejas y sugerencias.
Sin embrago hay otros públicos que expresan o juzgan sus opiniones respecto a la organización, y que a través de estas opiniones y juicios tienen una influencia directa en el destino y el porvenir de éste.
Si bien es cierto estos públicos, externos al grupo, suelen ser compañeros que son en su mayoría generadores de opinión o medios de difusión de esta opinión.
Como sabemos los públicos internos son los que conocen más a la organización, convive y se incorpora a ella cada día, mientras que el público externo la desconoce y peor aún, no sabe como se maneja la organización.
Por ende lo que no se ve nos lo imaginamos y siempre en función de ciertas ideas preconcebidas, a través de determinadas experiencias personales que generalizamos. Y aunque veamos las cosas, no significa que las veamos como son y aún menos que comprendamos las razones profundas.
Todo lo observamos bajo nuestra propia óptica, que esta orientada por nuestros problemas, nuestro interés, nuestra educación y deseos.
A partir de estas observaciones, entendemos la importancia que tiene establecer este dialogo que permitirá a nuestros compañeros comprendernos mejor, conocernos y juzgarnos con todo conocimiento.
Al escoger las informaciones que se dará a los diferentes públicos de un grupo, es conveniente seleccionarlas y presentarlas juiciosamente.
Es conveniente de presentar bien las informaciones. Con esto no nos referimos a que debamos a embellecer la verdad y hacerla mas poderosa en el plano emocional, sino al esfuerzo de análisis, de síntesis que permite aclarar los hechos que ofrecen a menudo cierta complejidad ya sea en su origen o en su conexión.
Las relaciones públicas son entonces las que se encargarán de establecer una buena relación y comunicación para el crecimiento de la empresa y como también de la sociedad, utilizando lenguajes adecuados para cada público, permitiendo así establecer unas relaciones de mutua confianza.
Entonces diremos que las relaciones públicas no son ni propaganda ni publicidad, ni tampoco son literatura, en el sentido artístico de la palabra.
Es por eso que las relaciones públicas exigen un lenguaje claro, sencillo y directo; las palabras deben manifestar las mismas ideas para todos a fin de suprimir cualquier posibilidad de interpretación. Dejando de la lado el tecnicismo, muchas veces mal interpretados por públicos que carecen de una adecuada educación. Tecnicismo que, sin embrago, no dudaremos de utilizar si no dirigimos a un público especializado, lo que muestra claramente que hay que utilizar un lenguaje diferente para cada público al que nos dirigimos y que, por lo tanto, es ilusorio en estas condiciones “Globalizar la comunicación”.
Después del público interno (el personal), la selección de los públicos externos deberá empezar por los clientes y generalizando, por aquellos que igualmente son susceptibles de convertirse en clientes.
Parece superfluo demostrar que, si bien por un lado la empresa tendrá relaciones con este tipo de público, por otro lado la opinión de este va a influir directamente en la suerte de la empresa. Es pues de vital importancia que el programa de información de relaciones públicas se dirija tanto a la clientela existente como a la potencial.
De hecho, es cierto que se establece más fácilmente un clima de confianza o de simpatía hacia la empresa, si se realiza a través de medios ya conocidos -visitas, folletos, demostración de calidad del personal y de los equipos, de la cuidada fabricación de los rigurosos controles a los que son sometidos los productos- probando sus óptimos rendimientos.
Es por eso de que no existe venta posible en una empresa que padece de un clima de desconfianza.
martes, 13 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)